Ciclo de entrevistas financiadas con Recursos del “Fondo de Fomento de Medios de Comunicación 2021”
Los trabajadores del área de la salud han dado una lucha incansable por controlar la pandemia por COVID-19 en el mundo. La mayoría de este personal corresponde a un 60% mujeres, quienes además de cumplir un rol profesional, ejercen labores de madres, jefas de hogar, hijas y esposas. Bien lo sabe, Elizabeth González Labraña, enfermera de profesión y por vocación, quién actualmente trabaja hace 8 años como encargada del Programa de Atención Domiciliaria para Personas con Dependencia Severa, del Centro de Salud Familiar (CESFAM) Raúl Silva Henríquez, ubicado en el sector de Las Compañías en La Serena. “Desde chica siempre veía a mi mamá que tenía esta vocación de servicio con los vecinos, adultos mayores. Yo la acompañaba siempre. Ella realizaba actividades con las personas o estaba ahí cuando alguien se accidentaba. Eso me llamaba la atención, yo la ayudaba. Eso queda grabada en la memoria de un niño”, señaló.
Oriunda de la Región de Atacama, del puerto de Huasco, llegó a la ciudad de La Serena para instruirse de técnico en enfermería de nivel superior. Sin embargo, a medida que se “encantaba con la carrera”, se dio cuenta de la “cercanía y vocación que tenía con las personas”. Fue en este momento que tomó la decisión de estudiar la carrera profesional de Enfermería. “En mis prácticas, me di cuenta que quería profesionalizarme en esta área. Me gustaba la gestión del cuidado, la coordinación, la estructura y el orden para sacar adelante los hospitales. Más que la medicina. La enfermería apunta al cuidado integral de la persona, a estar ahí con el paciente”, expresó.
Elizabeth, felizmente casada y con dos hijos; el mayor de 12 y la menor de 9 años, lleva desempeñándose en el área de la salud por aproximadamente 15 años. La pandemia no fue la excepción para detenerse.
COMBATE CONTRA EL COVID-19
¿Qué cambió con la llegada del Covid-19 a su trabajo?
“Como atención primaria, el rol fundamental es ser la puerta de acceso a la salud del país. Somos la primera cara al servicio, por lo tanto para nosotros fue difícil afrontarlo por el miedo que teníamos los funcionarios. Sobre todo al ser la primera respuesta, primera línea al espacio.
A nivel de CESFAM, cambió que tuvimos que modificar las atenciones, organizar nuevas estrategias. Se suspendieron algunos controles de salud sana y comenzamos con este nuevo trabajo que apuntaba más al control de la pandemia, cómo lo es la pesquisa, la trazabilidad, el seguimiento de los contactos estrechos y de los casos positivos por COVID-19.
En un inicio, hubo una sobrecarga, sumado al temor y de que los niños no fueron a clases. Algunas mamás tuvieron que realizar teletrabajo desde sus casas, para justamente seguir haciendo las atenciones correspondientes de los pacientes crónicos vía telefónica. De esta forma hemos estado reorganizando las atenciones. Al principio fue muy difícil, había miedo a la exposición”.
¿Cómo ha afectado en su vida, ser trabajador del área de la salud, tener familia y conllevar la pandemia? ¿Qué aspectos han cambiado?
“Bueno, veíamos tantas noticias sobre todo en Europa, que estaba mucha gente falleciendo, entonces era como hablar del Covid era hablar de muerte, es hablar de muerte también. El temor que me produjo todo esto y de estar en primera línea, me dije a mi misma, me tocó esta pandemia voy a tener que asumir, hay que sacar coraje, valentía, porque de alguna u otra forma para eso estudié. Para ayudar, ver la recuperación de los pacientes. Siempre pensando que tendría familia, y que existía la posibilidad de tener que afrontar en algún momento de la vida una pandemia.
Gracias a dios nunca me he contagiado y nadie de mi familia. Tomamos todas las medidas de prevención, soy muy estricta en ese sentido.
A nivel familiar, principalmente ha sido el aislamiento social. Mis niños tienen sus diagnósticos, y a todos les gusta jugar, salir, compartir. Nosotros los adultos igual necesitamos nuestros espacios de recreación, de salud mental, sobre todo trabajando en salud.
Uno se siente quizás con la obligación de también demostrar al resto de los vecinos o al resto de la comunidad que yo soy profesional de la salud, tengo la obligación de cuidarme y de cuidar al resto, por lo tanto, mi familia ha pasado más tiempo encerrada en la casa. Eso me da pena, frustración, hay miedo, estrés, trastornos de ansiedad, que han ocurrido en mi vida como en la de otros compañeros de trabajo y de otras personas”.
¿Alguna vez pensó en dejar de trabajar?
“Al principio, cuando recién empezó todo y mis niños dejaron de tener clases presenciales, sí. Sin embargo, ocurrió una situación familiar y decidimos junto a mi esposo que él quedara a cargo de ellos y yo de trabajar. A mí, me daba seguridad y tranquilidad que él estuviera en la casa, al cuidado de los niños.
Mis dos hijos tienen trastorno del espectro autista, el temor aumentaba al pensar que pudiesen contagiarse, es por eso que tomamos la decisión con mi esposo. Él es muy buen padre, los cuida muy bien, y así yo trabajo tranquila, me siento muy apoyada en ese sentido”.
¿Cómo ha sido el combatir la pandemia por Covid-19 y conllevar su vida cotidiana?
“Bueno, mmm, a ver…. Generalmente lo principal que hacemos es la prevención, entregar herramientas a la población para que tome las medidas preventivas y sensibilizar sobre los efectos negativos que conlleva esta enfermedad.
Además, todos tenemos claro que el Ministerio de Salud, tiene como estrategia la inmunización a nivel nacional que ha sido un éxito y la atención primaria ha sabido cumplir con esta tarea. Yo destaco la labor de las enfermeras, por la coordinación en la ejecución que tienen en esto, yo creo que por lo mismo hemos tenido éxito en esta campaña a nivel nacional.
En la vida cotidiana, es llegar a la casa, bañarse, todas las medidas que podemos tomar, desinfección de manos, andar con el alcohol gel, llegar y no saludar a nadie porque así lo hago yo. No saludo a nadie cuando llego a mi casa, voy directamente a la ducha y después, recién ahí saludar a mis seres queridos, todos los días lo mismo.
Siempre con el temor de abrazarlos porque los niños quieren abrazarme cuando llego, y le tengo que decir no, no, no mi amor, y a veces cuesta que mis niños principalmente entiendan eso. Ellos se sienten mal, les da pena y me da pena también. Después de todo mi proceso de desinfección, los abrazo”, afirmó.
ROL DE LA MUJER
Para Elizabeth, una de las ventajas que ha reconocido durante la pandemia es el rol fundamental que cumple la mujer día a día. “Las mujeres demostramos día a día las fortalezas dentro de esta pandemia, somos madres, esposas, hijas y trabajadoras. Estas cualidades, llevan a sobre exigirnos, un poco más, decirme tengo que hacerlo bien, no puedo fallar aquí, no puedo fallar acá”.
¿Ha tenido que enfrentar barreras y desigualdades? ¿Cuáles? ¿Cómo las ha sobrellevado?
“Como trabajadora del área de la salud, en algún momento de mi vida sí, pero hace muchos años. Iniciando quizás, sí sufrí algún tipo de discriminación o desigualdad. Durante alguna entrevista de trabajo me decían que no preferían contratar a mujeres en periodo fértil porque se embarazan y después hay licencias médicas o fueros maternales. También la vi en sueldos entre mujeres y hombres, establecida en estamentos, con las mismas horas de trabajo y funciones. Actualmente, en mi trabajo no se ve eso, acá jamás vi discriminación ni desigualdad por ser mujer, ni salarial, ni de funciones, todo es muy equitativo”.
¿Cuál es su opinión sobre el rol de la mujer en el área de salud? ¿Cómo lo evalúa?
“En salud, la mayor cantidad de personal, es mujer, la mayoría somos madres, tenemos nuestras familia, entonces tomamos un rol protagónico en esta pandemia. Seguir aceptando los desafíos que nos han impuesto, llevando las atenciones a los pacientes y creo que eso ha sido como el rol de la mujer. Hemos tenido que ir adaptándonos a todo esto, pero siempre salimos airosas”.
Actualmente, para Elizabeth, el trabajo del personal de salud es más que la atención directa a los enfermos de COVID-19. Su tarea también consiste en velar por la salud de la población a través de actividades como el cuidado, la gestión, la educación, prevención y sensibilización. “Me gusta la dinámica de ver a mis pacientes, de tocarlos, escucharlos, animarlos. Me gusta el sentir la gratificación de ver las mejorías de las personas, el poder ayudarlos. A pesar de las adversidades, siempre estoy con alguna palabra de aliento o lo hago con humor. Esto es lo que me gusta de la enfermería, estar ahí, dónde las papas queman”, finalizó.