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viernes, abril 26, 2024

La Serena; conozca a Graciela Zepeda, TENS Cesfam Raúl Silva Henriquez: “ese era el gran temor … llegar con el virus a la casa y perder un familiar”

Ciclo de entrevistas Financiadas con Recursos del “Fondo de Fomento de Medios de Comunicación 2022”

Graciela Zepeda (57), es funcionaria de la salud pública desde hace 35 años, hoy cumple alegremente sus labores como TENS en el Centro de Salud Familiar (CESFAM) Raúl Silva Henríquez. Describe su trabajo como el nexo entre la institución de salud con la comunidad, prestando apoyo a todo quien lo necesite, incluso a quienes no pueden asistir de forma presencial al Centro.

Con su trato cercano y ameno, genera fuertes lazos afectivos con las personas a través del tiempo, destacando especialmente la sensibilidad de las relaciones que cultiva con el adulto mayor y la reciprocidad del cariño.  

– ¿Qué hechos, pensamientos o sentir le hicieron tomar la decisión de dedicarse a lo que hoy hace?

La vocación. Mi mirada es siempre colaborar porque llega mucha gente que no tiene idea cómo es la atención, gente que no sabe a dónde ir y nosotros tenemos que estar en permanente educación con el paciente. Creo que ese es mi fuerte y mi vocación ha sido siempre eso, colaborar, ser un ente constructivo dentro de un equipo de salud y tratar de mejorar y colaborar con un granito de arena, que no sea como todos lo pintan: que la salud (pública) no funciona, y uno tratar de hacerlo funcionar, hasta a veces no solo con una buena atención, también con una sonrisa, con un “buenos días”. Todo se puede ir mejorando.

– ¿Cómo se percibe a sí misma? ¿Cómo se describiría?

Alegre, trabajadora, ordenada. Siempre estar luchando, no solamente por las personas que hay atrás de uno, hijos, nietos. También tratar de mejorar. Cada vez entran más jóvenes a esto y hay que demostrarles o educarlos, ya que, uno entró hace muchos años y (enseñarles) que se han logrado muchas cosas y de cuidar también a la comunidad, porque cuesta relacionar a los equipos de salud como familia. La mayoría dice “no, es que yo vengo a trabajar no más”, pero eso no es así, lamentablemente uno pasa más parte del día trabajando que con su propia familia. Entonces, hacer agradable esto, que haya mucha cohesión en los equipos, me gusta eso.

– Llevando esta conversación hacia su rol como mujer trabajadora en la salud pública y relacionándolo con la búsqueda de la igualdad de género -un movimiento que ha tomado mucha fuerza en el último tiempo-. ¿Siente que ha tenido que luchar por superar brechas o inequidades de género tanto en su vida laboral como personal?

Obviamente, yo siento que me equivoqué en esa parte. Hoy las mujeres están muy empoderadas, las niñas jóvenes, es otra disposición a su rol femenino. Antes uno quedaba como más opacada por ser mujer, y para qué decir de más atrás… Yo estoy totalmente de acuerdo, uno tiene que estar empoderada, que nadie te venga a decir que no. No estoy de acuerdo con que el hombre pueda ganar más en el mismo lugar de trabajo que una mujer, no. Y lo que es en nuestra función laboral, se vio mucho -hoy en día ya no-, que los TENS, el varón, tenía más acceso a trabajos mejor remunerados que una mujer TENS, aunque tuviera mayores capacidades. Uno no podía acceder a esas funciones, hoy en día sí. Hoy está más equiparado y eso también es bueno porque todos tenemos las mismas capacidades para poder enfrentar las labores.

– ¿Siente que ha habido un avance en la materia con el objetivo de garantizar la igualdad de derechos, oportunidades, respeto, entre otros, en los distintos ámbitos de la vida?

Sí, ha habido un avance y queda por avanzar bastante más. Por ahí hay todavía mucho machismo instaurado o que está todavía muy delicado y que no se hace muy visible, pero sí está. Hoy en día la mujer cumple un rol preponderante en todo lo que es la sociedad, además, en los equipos de salud, la gran mayoría somos mujeres, mujeres dueñas de casa, que enfrentamos la labor en nuestros trabajos, también enfrentamos una labor de crianza de nuestros hijos y muchas veces lo enfrentamos sola, dando educación a nuestros hijos. Llegamos a nuestra casa y seguimos trabajando igual y lo hacemos con amor. Con mucho amor cuidamos a nuestros hijos, nuestra familia, amor y devoción. Lo que estamos haciendo de trabajar es para sacar adelante a nuestra familia, la gran mayoría mujeres solas.

– ¿Cómo logró conciliar sus responsabilidades laborales con su rol de mujer, madre y dueña de casa?

Buena pregunta para uno que, ya tengo una edad, que puedo mirar atrás. Mis hijos están grandes, tengo una hija de 32 años y un hijo de 26. Cuando uno está criando y los niños están chicos, uno vive el día a día, jamás piensa que todo va a pasar tan rápido y sí, gracias a Dios tuve una mamá que me apoyó al 100 con la crianza de mis hijos. Pude trabajar tranquila, sobre todo en las vacaciones ella siempre cuidó de ellos. Cuesta, cuesta montones, hay mucho sacrificio atrás, porque uno igual se cansa. Llegar a cumplir con todo lo que eso implica, aseo, cocina, y eso trae una carga que cada uno lo sabe no más, pero de que se puede, se puede, las mujeres somos luchadoras y aguerridas.

– ¿Le tocó llevar este rol sola?

Sí, me quedé con mi hija de 10 años y mi hijo de 4 años y gracias al apoyo de mis papás lo logré, pero costó. No voy a decir que fue un camino fácil, costó, pero gracias a Dios se logró y acá estamos, esperando los frutos de aquella siembra.

– Por otro lado, relacionado con estos últimos años, en los que hemos tenido que enfrentar una dura pandemia por el Covid-19. ¿Cómo diría usted que se vio afectada su labor profesional y su vida personal?

Como funcionarios de la salud tuvimos que “ponerle el pecho a las balas” sin saber mucho de lo que venía porque no había mucha información. También temor, pero no por nosotros, la gran mayoría por nuestras familias porque uno tenía miedo de contagiarse y llevar este famoso virus a la casa y no sé -atrás mío tengo a mi papá de 78 años-, ese era el gran temor de la gran mayoría de los funcionarios de la salud; llegar con el virus a la casa y perder un familiar, lamentablemente, como le pasó a muchos compañeros.

(…) Temor, desinformación, para mí la palabra es “terror”, “oscuridad”, y nosotros que llegamos de la noche a la mañana (a usar), mascarillas, gorros clínicos, después atendíamos con buzo, éramos unos verdaderos astronautas. Además, nos sentíamos importantes porque también había una necesidad de la población, la cual igual seguía atendiéndose, las cosas no se pararon así radicalmente, hubo muchas atenciones que no se hicieron, pero igual seguimos acá, entregando medicamentos, leche, haciendo las curaciones, cosas que la salud nunca para.

– ¿Hay algún episodio frustrante o difícil que la haya marcado desde el inicio de la pandemia hasta ahora?

Me da mucha pena que mucha gente, de hecho, amigos cercanos, que sus papás se contagiaron y lamentablemente no los vieron más. Porque lamentablemente no podemos ir a despedirnos, nada. Gente que falleció ahí en el hospital, sola, sin nada porque lamentablemente la cosa era así, era así de drástico y las familias estaban en cuarentena igual porque también tenían el virus, eso me chocó mucho.

– ¿Cree usted que con el desarrollo de la pandemia y el ir conociendo las distintas formas que esta ha repercutido en nuestro bienestar, las personas han avanzado en tomar el real peso respecto a la salud y a la vida saludable?

Yo creo que no se ha avanzado mucho. No sé si es por (falta de) información, pero como que hubo un estancamiento. Al principio cuando comenzó la pandemia, todos hablamos de conciencia, de que no queríamos estar más encerrados, hubo mucho revuelo a eso y “ahora sí que entendemos”, que “vamos a ser mejores”… y eso quedó en puras palabras. Lamentablemente, como seres humanos nos pusimos más violentos y eso está en todo lo que es el bullying, mucha violencia, el aumento de la obesidad y la salud mental, que empeoró cualquier cantidad.

(…) Yo siento que igual se perdió mucho la tolerancia, yo no le puedo decir al otro no sé, “eso no te viene”, como antes uno lo hacía, porque hay muy poca tolerancia. El ser humano hoy en día tiene muy poca tolerancia, tanto en las críticas como en lo que va a enfrentar. Ni tampoco hay unas ganas de yo adaptarme, o sea, “ellos se tienen que adaptar a mí, pero no yo a ellos”. (…) No sé si son hábitos que mal adquirimos por la pandemia o que los teníamos ocultos y de un de repente nos afloraron. Hizo aflorar cosas buenas la pandemia, pero también muchas cosas malas del ser humano porque hubo un tiempo que nos pusimos mucho en el lugar del otro, del sufrimiento, “qué triste, qué pena lo que te está pasando”, pero de un de repente igual nos fuimos al otro extremo, y en muy poco tiempo.

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