Triunfazo. El partido de esta noche en Ñuñoa fue emotivo, difícil, esperable, tal y como han sido todos los duelos ante Uruguay. No por nada, el conjunto oriental es el Campeón de América, es el cuadro que en más ocasiones ha alzado el trofeo y, como se ha dicho hasta la saciedad, conoce muy bien su libreto; hostil, por sobre todo, para los dueños de casa.
Chile supo que, ante tan linajudo rival, la clave era imponerse en el juego. De ir al choque, seguramente, la contienda habría sido desigual, por lo que en los primeros minutos se vio a una escuadra roja eficiente con el balón, inteligente en el traslado y acuciosa en la entrega. A los 8’, la primera llegada de Chile fue un descuelgue por la banda derecha de Mauricio Isla que terminó con una pirueta desviada de Eduardo Vargas.
Lo que los “Charrúas” ofrecieron como respuesta fue mucha refriega y un admirable orden táctico, prácticamente sin fisuras. A los 16’, un peligroso desborde de Maximiliano Pereira trajo susto a la retaguardia chilena. El cruce del lateral derecho fue interceptado con seguridad por Claudio Bravo.
Luego, a los 26’, una excelente jugada colectiva de Chile terminó con un remate frontal de Charles Aránguiz. El volante no pudo darle toda la potencia deseada y la pelota fue bien atrapada por Muslera… A partir de ese momento, el asedio chileno se hizo cada vez más intenso. Un poco después de la media hora inicial, el equipo de Sampaoli tuvo tres centros consecutivos que fueron despejados por la retaguardia uruguaya, antes de que el balón se paseara por toda la línea de fondo sin quien llegara a darle la puntada final.
La noche avanzó apenas unos segundos y Alexis Sánchez logró zafarse de tres defensores orientales para quedar en posiciones de disparo. Su remate se fue desviado… La primera etapa terminó sin goles.
En el complemento, los primeros avances fueron chilenos fueron tímidos, como un disparo de Vidal que encontró respuesta sólida en Muslera. A los 50’, sin embargo, un misilazo rutilante y de primera de Edinson Cavani pasó a sólo centímetros del travesaño de Bravo.
El reloj, aliado fiel de Uruguay, inundó Ñuñoa con nerviosismo. La expulsión de Cavani, a media hora del final, ayudo a ir a Chile hacia adelante sin extremar recaudos defensivos, pero al mismo tiempo produjo el cierre instantáneo de la defensa oriental que, con casi todo el contingente, buscó el refugio a la espera de los penales.
Quedaban nueve minutos para el pitazo final. Chile buscaba, trataba por todos lados, pero la incertidumbre teñía el aire. Uruguay se sentía cómodo aguantando y La Roja agobiada por no encontrar la llave… Fue entonces cuando apareció Isla, un héroe anónimo, que con un disparo implacable, logró derribar al campeón.
Festejo eufórico, dulce sabor de alivio y un triunfo emotivo, épico, de ésos que se tatúan por mucho tiempo en las retinas. Chile ganó a un experto copero; lo subyugó con su propuesta futbolística cuyo leit motiv fue siempre la intención de excelencia. La Roja está en semifinales, a la espera del ganador de la llave entre Bolivia y Perú, otro duelo complicado, cuando América, el continente que alberga la Copa más antigua del mundo, se ve cada vez más cerca.
Fuente: Area de Prensa ANFP
