
“Proyecto financiado a través del FFMCS 2024”
Roxana Araya, una mujer diaguita, lleva en su historia y en su vida cotidiana el legado de sus ancestros. Con raíces profundas en los cerros de Punitaqui, en la Cuarta Región, Roxana fue testigo desde niña de las tradiciones y enseñanzas que le transmitió su abuela, una mujer sabia que, a pesar de no saber leer ni escribir, fue capaz de dejar un profundo impacto en su identidad. Inspirada por este legado familiar, Roxana ha encontrado una forma de honrar su herencia a través de su emprendimiento de cosmética natural, donde utiliza hierbas y semillas tradicionales.
Durante su vida, Roxana ha enfrentado desafíos propios de ser una mujer diaguita, encontrándose a veces con barreras y cuestionamientos por su identidad. Sin embargo, su tenacidad y amor por sus raíces la llevaron a obtener su acreditación diaguita, abriendo un camino de reconocimiento y orgullo. En esta entrevista, Roxana nos comparte su historia de vida, su pasión por preservar la cultura diaguita y su visión sobre la importancia de las redes de apoyo entre mujeres de pueblos originarios. Con su trabajo y compromiso, Roxana busca no solo rescatar las tradiciones de sus ancestros, sino también inspirar a las nuevas generaciones a valorar su identidad cultural y a continuar construyendo sobre las bases de su legado.
- ¿Podrías contarnos un poco sobre tu historia familiar? ¿Cómo ha influido tu familia en tu identidad y en tu trayectoria?
Soy descendiente diaguita por parte de mi padre. Él y varias generaciones de nuestra familia nacieron en los cerros de la Cuarta Región, específicamente en Punitaqui. Mi abuela siempre nos decía con orgullo: “Nosotros somos diaguitas”, y ese mensaje quedó profundamente grabado en mi corazón. A pesar de no saber leer ni escribir, ella conservaba muchas tradiciones ancestrales; por ejemplo, pelaba trigo para hacer mote y tostaba harina en casa. Mi papá también llevaba nuestras raíces muy presentes, aunque al trabajar en las salitreras, su vida lo llevó por diferentes caminos. A través de estos relatos y tradiciones familiares, he comprendido y valorado mi herencia diaguita, algo que he querido honrar con mi propio emprendimiento de cosmética natural, donde utilizo hierbas y semillas tradicionales.

- En relación con tu pertenencia a un pueblo originario, ¿Qué significa para ti esta identidad?
Pertenecer al pueblo originario diaguita es muy significativo. Siento que honro la memoria de mi abuela y de mis ancestros, quienes siempre proclamaron con orgullo nuestra identidad. Es un orgullo que me conecta con la sabiduría de mi abuela, sus relatos y conocimientos sobre nuestra cultura, que compartía con nosotros mientras los adultos tomaban mate alrededor del brasero. Su memoria sigue viva en mí y me impulsa a enseñar y valorar nuestras tradiciones, algo que ahora también observo en los niños cuando aprenden sobre el pueblo diaguita.
- ¿Qué tipos de barreras de género has enfrentado en tu vida personal y profesional?
No sé si las barreras que he experimentado han sido específicamente de género, pero sí me he sentido discriminada en ciertos aspectos por no contar con un certificado de acreditación diaguita en algún momento. Durante un tiempo viví en el norte, y algunas personas me decían que los diaguitas ya no existían o dudaban de mi origen. Fue difícil hacer entender que, aunque no tuviera un documento oficial, mi identidad como diaguita estaba sustentada en la historia de mi familia y en el legado de mi abuela. Al final, para hacer valer mi identidad, decidí regularizar mi situación, lo cual afortunadamente fue rápido y resultó en la obtención de mi certificado.
- ¿Has notado alguna brecha significativa que afecte a las mujeres de pueblos originarios en comparación con otras mujeres?
Sí, en ocasiones. Por ejemplo, en ferias que no están específicamente orientadas a pueblos originarios, hemos sentido que no se nos da el espacio necesario. A veces pareciera que se valora más la participación por el hecho de ser mujer que por ser parte de un pueblo originario, lo cual puede ser frustrante. Recuerdo una de mis primeras ferias en la que, al no tener el certificado en ese entonces, nos dijeron que podíamos participar «como cualquier mujer» sin representar a nuestra etnia. Es una diferencia sutil, pero importante para nosotras.

- ¿Cómo has enfrentado estas barreras y brechas? ¿Hay alguna experiencia que te haya marcado especialmente?
La experiencia que más me marcó fue la que mencioné antes, cuando nos cuestionaban en una feria por no tener el certificado diaguita. Para superar esta barrera, decidí buscar mis antecedentes familiares y obtuve mi acreditación. Me tomó seis meses, y fue un proceso afortunadamente rápido y exitoso, pero conozco a otras personas que no lo han logrado tan fácilmente. Sentí la necesidad de demostrar oficialmente mi pertenencia al pueblo diaguita, lo cual me permitió participar con la tranquilidad de ser reconocida como miembro de esta etnia.
- ¿Podrías compartir algún momento específico que refleje esta discriminación? ¿Cómo lo manejaste?
Ese momento en la feria fue especialmente desafiante. Intenté explicar que mi identidad diaguita estaba respaldada por las historias y tradiciones de mi familia, pero insistían en que necesitaba el certificado. En ese momento me sentí en desventaja, pero manejé la situación con calma, compartiendo mi testimonio sobre cómo mi abuela y mi familia mantuvieron vivas nuestras raíces. Este recuerdo fue lo que finalmente me llevó a buscar la acreditación formal.
- ¿Qué instituciones públicas o privadas te han apoyado en tu camino? ¿De qué manera?
He recibido apoyo fundamental de la CONADI y de la oficina de Pueblos Originarios y Asuntos Religiosos de la municipalidad de Punitaqui, que me ayudaron a obtener mi acreditación diaguita. También fomento productivo de la municipalidad ha sido un respaldo importante para mí; al saber de mi emprendimiento de cosmética natural con hierbas y semillas tradicionales, me han enviado a ferias y me han informado de actividades y eventos. Además, logré adjudicarme un proyecto de SERCOTEC que ha sido clave para el desarrollo de mi emprendimiento.
- ¿Crees que el apoyo que has recibido ha sido suficiente? ¿Qué mejorarías en cuanto a la ayuda ofrecida a mujeres de pueblos originarios?
Creo que hace falta apoyo más específico. Me gustaría que existieran talleres donde pudiéramos rescatar nuestras tradiciones culturales y aprender unas de otras, compartiendo conocimientos sobre técnicas como el tejido en totora, el bordado o el proceso de hacer harina tostada. Aunque existen programas para mujeres en general, pienso que sería valioso contar con espacios de formación específicos para mujeres de pueblos originarios, donde podamos revivir y transmitir nuestras raíces.
- ¿En qué consiste tu actividad gremial, laboral, profesional, comercial y/o de liderazgo comunitario? ¿Cómo llegaste a desempeñarte en este campo?
Mi actividad principal es un emprendimiento de cosmética natural. Originalmente soy profesora de educación básica, pero la pandemia me llevó a reinventarme y a comenzar este proyecto que tenía planificado para mi jubilación. Empecé con productos como champú, jabones y cremas a base de hierbas y semillas tradicionales, y con el tiempo, mi negocio ha crecido y se ha diversificado. Actualmente estoy enseñando en un taller para mujeres jefas de hogar de mi comuna, donde comparto lo que he aprendido sobre cosmética natural. Este emprendimiento me ha permitido desarrollarme y apoyar a mi comunidad a través de mi trabajo.

- ¿Te has encontrado con obstáculos particulares en tu actividad debido a tu género y/o identidad originaria?
Como mencioné, uno de los obstáculos que enfrenté fue la falta de certificación diaguita, lo cual me limitó para participar en ciertas actividades orientadas a pueblos originarios. Sin embargo, una vez que obtuve el certificado, las oportunidades se ampliaron. Creo que la fortaleza de las mujeres diaguitas radica en su empatía y en el sentido maternal, lo cual considero que enriquece el desarrollo de nuestra identidad y nuestros proyectos.
- ¿Cómo es que la condición de mujer de pueblo originario puede perjudicar o favorecer el desarrollo personal y profesional?
Creo que, en algunos casos, la falta de educación actualizada o las ideas tradicionales pueden afectar a las mujeres diaguitas, especialmente si están en relaciones de pareja con hombres de su misma etnia que aún conservan una mentalidad tradicional sobre el rol de la mujer. Esto puede llevar a situaciones de violencia de género o a que se les niegue la posibilidad de desarrollarse en el ámbito profesional.
- ¿Has sentido alguna vez que tu identidad originaria te da una perspectiva única o una ventaja en tu campo de trabajo?
Absolutamente. Los conocimientos ancestrales sobre hierbas medicinales y sus beneficios tanto para la piel como para la salud en general han sido una ventaja en mi emprendimiento. Este saber, que me ha sido transmitido por mi familia, enriquece el valor de mis productos y le da un sentido de autenticidad y conexión con nuestras raíces.
- ¿Tienes nexos o redes de apoyo con otras mujeres de pueblos originarios? ¿Cómo han influido estas relaciones en tu vida y trabajo?
Mi nexo principal es con la comunidad Ashpai Irulla, donde la mayoría son mujeres. La presidenta es una mujer muy empoderada, y todas en la comunidad compartimos un espíritu de unidad y apoyo mutuo. Este vínculo me ha brindado oportunidades y me mantiene informada de ferias y eventos relacionados con nuestra etnia, lo cual ha sido invaluable para mi crecimiento profesional y personal.
- ¿Consideras que el trabajo en red con otras mujeres de pueblos originarios es importante? ¿Por qué?
Sí, el trabajo en red es esencial. Nos permite compartir nuestras historias y conocimientos, y nos ayuda a transmitir la sabiduría de nuestras familias y ancestros. Formar redes de apoyo es fundamental para preservar y fortalecer nuestra identidad cultural, y para brindar apoyo en momentos difíciles.

- ¿Qué consejo les darías a las jóvenes mujeres de pueblos originarios que están comenzando su camino profesional o comunitario?
Les diría que valoren su identidad y se empoderen. Tienen una herencia cultural que es invaluable, y es importante que contribuyan en el ámbito profesional y educativo desde su identidad indígena. También les recomendaría que se informen sobre sus derechos como mujeres y como miembros de un pueblo originario, y que formen redes de apoyo para ayudarse mutuamente.
- ¿Hay algo más que te gustaría compartir sobre tu experiencia y tu visión para el futuro?
Quisiera que nuestras tradiciones y conocimientos se valoren cada vez más. Mi esperanza es que las mujeres jóvenes continúen el legado de nuestras raíces diaguitas, aportando a sus comunidades y defendiendo nuestra cultura.
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