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jueves, marzo 28, 2024

La Serena. Conozca a Marcela Santander, funcionaria Cesfam Cardenal Caro: “querer salvar una vida y no lograrlo, son cosas que te marcan”

Ciclo de entrevistas Financiadas con Recursos del “Fondo de Fomento de Medios de Comunicación 2022”

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Profesional del área de la Salud Pública, TENS y podóloga, Marcela Santander (56), quien cuenta con 28 años de experiencia ejerciendo como paramédico -previamente-, y como TENS de forma posterior tras las nivelaciones correspondientes. Cumple sus labores en el Centro de Salud Familiar (CESFAM) Cardenal Caro, en la comuna de La Serena.

Una mujer esforzada y valiente, mamá de tres hijos y abuelita. Se identifica como una persona disciplinada, autoexigente, pero, ante todo, honesta, valor que tiene como máxima en los distintos ámbitos de la vida.

– ¿Cuál es la labor que cumple en el CESFAM? ¿Por qué dicha labor es relevante para la comunidad?

Estoy en vacunatorio. Fuimos muy importantes o somos muy importantes todavía en todo lo que es pandemia, con todo lo que es la vacunación de Covid, estamos todavía en campaña. Ha disminuido un poco la vacunación porque la mayoría de las personas ya están vacunadas, pero somos importantes. Y no solamente ahora por la pandemia, sino que en la labor que yo hago es en vacunatorio y es, en cierta forma, la protección para todos los bebés, con el programa de PNI (Programa Nacional de Inmunización).

– ¿Quiénes son las personas que se ven mayormente beneficiados con su trabajo? ¿Existe un espacio donde se lo hagan saber?

Podríamos separar un poco, por la contingencia es una parte -que fueron muchas las vacunas-, por lo del Covid, y por el otro lado, con el programa (PNI), ellos son mis pacientes, son los niños, los bebés de 2 meses hacia arriba. La gente queda agradecida porque uno en el fondo tiene que empatizar con el bebé, a mí me encantan los bebés, entonces, tengo muy buena llegada con ellos. Con las mamás también, darles las consejerías que necesitan, sobre todo cuando son “lolas”, que son primerizas. Se les va explicando todo, la vacuna que se le está poniendo, qué le va a cubrir, en fin, todas las cosas que conciernen en torno a una vacuna.

– ¿Cómo es el trato que reciben de parte de los usuarios?

En general con las mamás no tengo ningún problema, tengo buena llegada con los papás, me dicen “por favor, despacito porque le va a doler”. Entonces, obviamente uno tiene ese cuidado, son tantos los años (…) uno sabe cómo manejar más menos toda esa situación.

– ¿Qué hechos, pensamientos o sentir le hicieron tomar la decisión de dedicarse a lo que hoy hace?

En esos tiempos cuando yo me decidí a estudiar no estaba dentro de mis planes estudiar esto, pero por esas circunstancias de la vida, por una persona muy especial, una tía que era paramédico en ese tiempo me incentivó mucho, me motivó mucho, me decía “es bonito” y yo estudié -si puede decirse-, más vieja, no estudié saliendo del colegio porque yo tengo mis hijos. En ese tiempo tenía a mis dos hijos mayores, que estaban chiquititos, y empecé a estudiar un poco más tarde. Entonces, igual para mí fue super gratificante saber que podía y de encantarme también con la profesión. Y creo que sí, que no me equivoqué, amo lo que hago.

(…) El miedo a ratos de contagiarte, de llevar el contagio a tu familia, en fin, todos pasamos por eso, fue bien difícil, cansador, pero así y todo igual trabajamos con ganas, con mucho cariño, con mucho amor. Yo siempre he dicho, el día que yo no quiera trabajar más, que esté aburrida, que no tenga ganas, es porque no sé, porque estoy enferma o porque algo está pasando, pero todos los días de mi vida siempre agradezco mucho poder seguir trabajando y hacerlo con cariño, con entrega, creo que realmente era mi vocación.

– ¿Cómo recuerda ese momento en el que tomó la decisión de estudiar teniendo a sus hijos?

Lo recuerdo con mucho sacrificio, porque igual estudiaba, tenía que llegar a la casa, ser dueña de casa, dejar preparado a los chiquillos, ver tareas, mudar, estar pendiente de todo y más encima estudiar. Para mí fue extremadamente gratificante porque salí con muy buenas notas. A pesar de tener tanta cosa de por medio, un hogar y así y todo igual lo logré y lo hice con mucho éxito.

– Por otro lado, respecto a la búsqueda de la igualdad de género -un movimiento que ha toma gran fuerza en los últimos años-. ¿Siente que ha habido un avance en la materia con el objetivo de garantizar la igualdad de derechos, oportunidades, respeto, entre otros, en los distintos ámbitos de la vida?

Sí, yo creo en que nosotras como mujeres también tenemos que aportar en esa parte, pero no tanto como la “lucha”, sino que también como mamá. Yo, por ejemplo, el criar a mis hijos no siendo machistas. Yo creo que eso es super importante porque yo veo a mis hijos, ahora a mis nietos y a mi hija también, con una crianza de una igualdad en sus pensamientos, todo eso ha ido evolucionando de generación tras generación, ha ido de menos a más.

– Relacionado con estos últimos años, en los que hemos tenido que enfrentar una dura pandemia por el Covid-19. ¿Cómo diría usted que se vio afectada su labor profesional y su vida personal?

En la vida personal fue fuerte y yo me vine a dar cuenta mucho después, no en el año, ni en los dos años, sino que ahora. Más que nada fue la soledad, en mi caso, de no poder ver a mis hijos porque en ese momento los tenía a los tres fuera, no estaban acá en la ciudad. No podíamos vernos y pasó más de un año para poder verlos. (…) Esa angustia como mamá, fue lo más fuerte. Y laboralmente, la pandemia tuvo sus cosas buenas y cosas malas, más malas que buenas, ¿cierto?. Pero también buenas en el sentido que, con los compañeros de trabajo, en la unión, el cuidarnos mutuamente entre todos, el ser partner, porque nosotros trabajamos más de un año en forma de turnos de 14 x 14, entonces éramos el mismo grupo. Los que estábamos los 14 días éramos nuestra familia porque después de esos 14 días te ibas a descanso, te ibas a tu encierro. En el caso mío, yo no veía a nadie más, entonces ese era mi círculo. Se transformaron en tu familia, tus amigos, en más que colegas. Hubo esa preocupación de que nada nos faltara, que, si uno se enfermaba, pucha, ahí uno estaba, “yo te cubro”.  

– ¿Cuáles han sido los principales desafíos luego de la llegada del Covid-19?

Salvarte, tratar de salvarte. El desafío era super grande porque (había que) tratar de superar el miedo del contagio, o sea, nosotros al principio en los primeros meses. Me voy referir a la urgencia que es en donde vivimos más esto; era ver a la gente que empezaba con la tos, empezábamos al tiro “¡alerta!”, que llegaban con fiebre, llegó el primer caso a La Serena y ya después “nos fuimos a la b” con la cantidad de casos. Entonces, el desafío grande para nosotros era mantenernos en pie, mantenernos bien, de no contagiarnos.

– ¿Está usted de acuerdo con las nuevas medidas que se han estado tomando respecto al autocuidado por la pandemia? En este caso por el cese del uso de las mascarillas.

Creo que son pasos que tienen que darse, independiente de si yo estoy de acuerdo o no, son pasos que sí se tienen que dar porque de alguna forma ya esto se tiene que ir normalizando e irlo tomando como una enfermedad o un contagio que nos va a acompañar. Porque también vemos el otro lado, el abuso de la gente también, el que llega al CESFAM o al SAPU y que “¡ay que me duele esto!”, ya se las saben de memoria, los síntomas, la tos hace tantos días, entonces quieren licencia, para no ir a trabajar.  

– ¿Recuerda algún episodio frustrante en su vida laboral o hecho que la haya marcado desde el inicio de la pandemia hasta ahora?

Bueno, en mi trabajo sí, sobre todo en la urgencia. De querer salvar una vida y no lograrlo, son cosas que te marcan, sobre todo cuando es gente joven. Duele, te deja muy marcado, te cuesta pararte. Yo no soy de las personas que se insensibilizan, no he llegado a ese punto y espero no llegar. (…) Una de las cosas más impactantes que me dejó muy marcada fue la muerte de un chico joven que me tocó en nuestro turno. Hicimos todo lo humanamente posible pero lamentablemente no se logró.

(…) Una de las cosas más impactantes, más fuertes, es el saber cuando te toca ir a ver a los abuelitos, a los adultos mayores, saber que estaban contagiados y que los habían contagiado sus nietos, gente joven que salía a la calle y que ellos no salían para ninguna parte, los iban a ver y los contagiaban. Eso daba rabia, esto te da como impotencia.

– ¿Y ustedes tenían la posibilidad de decírselos a esos jóvenes?

Sí, a la gente joven siempre se le está diciendo, porque es “fome”. “Mira hasta donde llegaste, hasta donde llegó tu irresponsabilidad”, o “te fuiste de carrete, te contagiaste y mira en qué quedo: falleció tu abuelito, se enfermó tu papá, tu mamá”. Entonces, te da como impotencia.  

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