
“Ciclo de entrevistas Financiadas con Recursos del “Fondo de Fomento de Medios de Comunicación 2022”
Lilian Flores (42), Trabajadora Social por profesión, hoy se desempeña en el Centro de Salud Familiar (CESFAM) Juan Pablo II, cuenta con 17 años de experiencia en Atención Primaria de Salud (APS), trabajó en el CESFAM Las Compañías y en el Centro Comunitario de Salud Familiar (CECOSF) Villa Alemania, destacando como coordinadora por 10 años.
Entre sus cualidades más preciadas se encuentra el ser una gran líder, la describen adjetivos como: sociable, comprometida, proactiva, alegre, muy creativa, participativa, dialogante y comprensiva. Lilian es madre de dos hijos, Bastián (13) e Ignacio (7), junto a su pareja -a quien llama su “partner”-, Rubén, conforman su familia, motor que la incentiva a ser cada día una mejor persona.
– ¿Cuál es la labor que cumple en el CESFAM? ¿Por qué dicha labor es relevante para la comunidad?
Cumplo varios roles. Como trabajadora social trabajo con comunidad propiamente tal, pero también cumplo otras funciones, por ejemplo, soy la encargada de la OIRS, de la satisfacción usuaria, soy jefe de Sector Plata en el modelo de Salud Familiar y participo en distintos comités, como en: calidad, psicosocial, autocuidado. Es bien variada mi labor, además de la que hago con mi profesión con casos. A nivel de grupo, trabajo con el Consultivo de Salud que es netamente comunitario. Con el intersector trabajo con las mesas territoriales y algunas cosas que se desprenden de eso mismo.
– ¿Qué hechos, pensamientos o sentir le hicieron tomar la decisión de dedicarse a lo que hoy hace?
Yo siento que mi profesión la elegí 100%. Es la vocación de servicio, en el sentido del compromiso con los demás. El sentir que uno puede aportar con un granito de arena, en contribuir con un mejor bienestar para las familias, para el individuo, para la sociedad, ese es mi principal motor y es lo que me mantiene activa en todo esto todavía.
– Llevando esta conversación hacia su rol como mujer trabajadora en la salud pública y conectándolo con la búsqueda de la igualdad de género, un movimiento que ha tomado mucha fuerza en el último tiempo. ¿Siente que ha tenido que luchar por superar brechas o inequidades de género tanto en su vida laboral como personal?
No siento que haya acá una diferencia y una desigualdad en mi trabajo, no lo siento así. Obviamente a nivel de sociedad, sí, hay desigualdades, por el tema del sueldo, con los roles… (…) El trabajo por género, femenino, se ve un poco más dificultado por el tema de que uno es mujer y es trabajadora, pero también una es mamá y lleva eso con una. Yo estoy acá, pero en mi cabeza también estoy pensando en mi casa, mis hijos, entonces, más bien esa es la desigualdad que yo podría visualizar.
– ¿Siente que ha habido un avance en la materia con el objetivo de garantizar la igualdad de derechos, oportunidades, respeto, entre otros, en los distintos ámbitos de la vida?
Claramente, claramente ha habido un cambio. El rol femenino ha cobrado mayor importancia, en realidad se le ha dado la importancia que merece, en el ámbito personal, laboral. Una cosa es el ingreso al ámbito laboral, antes las mujeres como que casi estaban preparadas (solo) para ser mamás, dueñas de casa y bueno, la inserción al nivel educacional, a la enseñanza superior, permitió que ahí se fuese nivelando y después ingresar al ámbito laboral. Obviamente ha habido un cambio positivo para la mujer y que en realidad nunca debió haber sido esta inequidad y desigualdad. Con las políticas públicas, con mayores derechos también que tenemos las mujeres ahora, se ha ido equiparando. ¿Falta trabajar? Sí, sí falta, pero vamos avanzando.
– ¿Cómo ha logrado conciliar sus responsabilidades laborales con su rol de mujer, madre y dueña de casa?
Con compromiso familiar. Tengo muy buen aliado, que es mi marido y que compartimos todo esto. La organización familiar, yo soy super metódica, super organizada, eso me ha permitido responder en ambos ámbitos de buena forma. Yo creo que el complemento, que es mi “partner”, ahí, un poco hago yo, un poco él… Claro, tenemos los roles super diferenciados, por ejemplo, por decir algo: él va a las compras; yo preparo, somos muy iguales. Yo creo que eso es lo que me ha permitido que no se sobrecargue la mano para un lado ni para el otro.
(…) Tengo una convicción, que nosotros somos pares, somos iguales, ninguno de los dos es más que el otro, en esto es 50 y 50. Eso nos ha llevado a compatibilizar la vida, la verdad, porque no es fácil y la organización, las normas, eso, en el buen sentido de la palabra, la “disciplina”, el orden y la responsabilidad. Yo creo que esos son como mis ejes fundamentales para poder compatibilizar todo.
– Por otro lado, relacionado con estos últimos años, en los que hemos tenido que enfrentar una dura pandemia por el Covid-19. ¿Cómo diría usted que se vio afectada su labor profesional y su vida personal?
Primero, el cambio, estábamos en una “normalidad”, en una zona de confort que vivíamos y, llegar a esto con muchas restricciones, con muchos miedos, muchos temores de que como nosotros estábamos acá (CESFAM), estábamos un poco más expuestos y no queríamos que nuestras familias se contagiaran. Eso fue fuerte y lo otro, el compatibilizar el tema vida familiar con esto porque los niños se fueron a cuarentena, entonces, eso fue un caos, mi hijo (menor) en ese tiempo tenía 5 años, no sabía leer, no sabía escribir y cómo compatibilizaban las clases, cómo lo tenías sentado en una pantalla mientras yo tenía que hacer otro trabajo.
(…) Me acuerdo que estábamos en una mesa, yo estaba sentada con un computador, mi hijo al lado y el otro al otro lado y el papá encerrado en otra pieza, entonces como que la casa se convirtió en un espacio laboral. Cómo compatibilizaba la vida cotidiana, los quehaceres, los niños tenían hambre, tenía que preparar el almuerzo, pero tampoco podía decir “oiga, ¡espéreme! Tengo que atender a mi hijo”, eso fue lo más difícil.
– ¿Cuáles han sido los principales desafíos luego de la llegada del Covid-19?
(…) Nuestra labor tuvo un vuelco, tuvimos que abocarnos netamente al tema Covid y en eso hubo varios desafíos que tuve que enfrentar, por ejemplo, fui casi la única trabajadora social que me consideraron para hacer las entrevistas epidemiológicas de casos Covid. Fui la única al inicio. Era una entrevista epidemiológica que llevaba tiempo, que había que involucrarse (emocionalmente) porque al principio el Covid era como “muerte”. Entonces, en esas entrevistas, además de ver los contactos y algunas situaciones, había mucho que contener.
Otra área que nos tuvimos que reinventar acá, fue hacer el turno “puerta” que es el triage, que es cuando ingresaba la gente al CESFAM, como había aforos, no podía ingresar toda la gente, entonces, nosotros teníamos que hacer un triage, preguntar y éramos la puerta de entrada. La gente se nos venía encima y fue un trabajo súper agotador, estresante, porque sus descargos los tenían con nosotros. Estaban los temas de los pases de movilidad, entonces, la verdad es que se descargaban mucho con nosotros.
Y el otro desafío también fue el tener a la comunidad activa, porque antes esto era todo presencial y después de la pandemia, tuvimos que reinventarnos. Yo tuve que aprender mucho con una colega a cómo teníamos a la comunidad activa porque estos son grupos que tienen que funcionar sí o sí, gente adulta, que con el tema de la tecnología no es muy amigable. Eso fue uno de nuestros principales logros, mantener durante todo el periodo de pandemia la comunidad activa. Inventamos el tema del Whatsapp, a través de la comunicación de Zoom, a través de Meet y tuvimos que enseñarles. Primero tuvimos que aprender nosotros y después tuvimos que ensañarle a la comunidad.
– ¿Cree usted que la pandemia ha afectado la percepción de las personas en cuanto a la salud y a la vida saludable?
No mucho. Yo creo que más en el área de la salud mental sí, la gente se ha dado más tiempo, ha hecho más pausas en su vida, ha valorado las libertades que hay, porque como estuvimos tan restrictivos y todos encerraditos en las casas. Entonces después, la gente valoró cuando podía ir a un parque, cuando podía caminar libremente, en el ámbito de la salud mental. En el otro ámbito, desde mí percepción muy personal, yo creo que no ha habido mucho cambio en hábitos de vida saludable, por ejemplo, el dejar de fumar, el alimentarse mejor, bueno, esto también está asociado a las determinantes sociales de ingresos familiares y de trabajo y de la crisis que se está viviendo, pero no creo, ahí no veo mucho cambio.
– ¿Y en usted?
Sí, valorar muchas cosas, las cosas simples de la vida, la verdad. Cosas que como estábamos en nuestra zona de confort no lo valorábamos, pero ahora hubo un cambio; de valorar a la familia, de valorar el trabajo, quien está al lado, quien está ahí cuando uno lo necesita. Yo creo que la palabra que yo diría es valorar lo que uno tiene, darles el valor a las cosas que, a veces, uno cree que vienen por añadidura y no es tan así.